Envejecer, pero al modo mío.

Respetados lectores y amigos:

Un hombre que, en algún momento de su vida, tuvo procederes díscolos o fuera de lugar, no puede hacer alarde de los mismos pues, ya no es él mismo sino, él y su público. Es por eso que, a pesar que anoche envié un tuit con breves puntos de vista de mi envejecimiento, me explayaré hoy.

En primer lugar, como era miope y no tenía estética facial, de jovencito, no tuve éxito entre las féminas. Recién como a los 25 años, me hice unas lentes de contacto y todo cambió. Se acercaban las chicas, se me veía el rostro completo y hasta sonreía mejor. Fue el comienzo de la ya incipiente vida sexual iniciada a los 14 años.

Ya en épocas universitarias, tuve algunos amores, muchos de ellos, inocuos, sin relaciones. En aquella época, no te dejaban tocar a tu novia. Era muy difícil. Luego vino el período de posgrado en Río de Janeiro en Brasil, donde me divertí en grande. Conocí a la mujer blanca, mulata y morena. Estaba extasiado y feliz. Era como la felicidad completa.

Ya de regreso en Argentina, llegué a tener hasta 4 chicas en simultáneo y no eran ilusas… Luego, formé una pareja que duró diez años con una señora divorciada y sus tres hijos y fue algo especial, con amor y rechazo y compartiendo mi mujer con su marido para las reuniones familiares. Los chicos, siempre se iban de vacaciones con su papá.

Tomé lo mejores vinos, tuve una enciclopedia del whisky, bebía de los mejores, tenia cigarritos, un estándar de vida medio-alto pues trabajábamos marido y mujer. Conocí Argentina, Brasil, Chile, Venezuela, Rep. Dominicana, Estados Unidos, Italia y Alemania. No me puedo quejar. Anduve.

Tuve amores casuales, en las terrazas de un edificio o en el baño de un colectivo rumbo a Buenos Aires, sin dudar que el sexo era compulsivo y mandaba mis funciones vitales. Fui apasionado, celoso en extremo pero cuando me enamoraba, era un corderito enamorado y entregado a ella. Si me fallaba, la dejaba automáticamente.

Así llegué a los 50 años, ya separado con un divorcio o separación de hecho, pérdida de capital, de una casa, y varios intentos fallidos de formar algo estable con alguna buena mujer local o foránea. No hubo caso, nunca apareció.

Siempre rondó por mis límites, el fantasma de una mujer de mi imaginación que es real y quise enamorarme de ella y ella, jugó a la figurita difícil 32 años. Me medicaron, me encasillaron como discapacitado mental y ella, ya envejeció, perdió sus encantos e hizo mucho daño. Ni la quiero ni la espero.

Ahora, hago lo que le anticipé a mi exmujer que haría de viejo: escribir. Estoy feliz con mis textos como escritos de oficio y sin formación y mis inventos como ingeniero. Soy vegetariano, no bebo, no fumo y no salgo. Mi presupuesto no da para la vida que llevaba cuando ganaba en los años 90, unos 4000 dólares. Se esfumó. Fue un sueño de unos años pero como buen artilugio financiero, se desmoronó.

Ahora soy un jubilado de ingresos muy restringidos y además, alcanzo a ahorrar algo para las emergencias. Llevo una vida de disciplina, casi estoica y ayudado por las máximas del budismo, gran hallazgo de esta, mi tercera edad.

Tengan en cuenta que sigo disfrutando con las selfies de bellas mujeres pero, si tuviera que tener un vehículo, mantenerlo, conquistar una chica, salir a comer, traerla a casa a dormir, compartir lo que ya es mi soledad, no lo haría. Eso es una etapa archicumplida en mi vida. Sigo solo, viejo, contento, vital en la medida de mis posibilidades y como ven, escribiendo.

Buen domingo.

Juan Mangione

14/01/24

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *