Carta abierta a Carolina Luisa Margarita Grimaldi, Princesa de Mónaco.

Estimada Sra. Grimaldi:

Me reclaman que es una inmadurez, dejar las cosas sin hablar. No le doy trato de monarca porque eso en Argentina no tiene validez. De igual forma, he elegido este medio para aclarar mis puntos de vista y muy respetuosamente, antes que un diálogo que no puedo sostener, no por incapaz sino, por la humildad de mi casa, de mi oferta alimentaria y de mi voluntad de confrontar.

No he de destratarla. Simplemente, haré argumentaciones que sostienen mi tesitura de no querer ni pretender ningún tipo de relación con usted. Paso a los detalles.

1.- Se dice que usted pagó U$S10 M por mi rescate de una muerte segura en Italia en 1991. Pues sepa que estaba dispuesto a morir y lo proclamé a viva voz en la plazoleta que quedaba a cincuenta metros de la pensión donde yo dormía, Calle Pomba 4, Torino, Italia. Nadie disparó, nadie me amasijó y me dije que me podía volver de ese país. Italia, me rechazó pensando que yo iba con un plan o de conquista o de revancha. Nada más errado. Iba a trabajar y radicarme.

2.- Nunca entendí por qué se vino detrás de mi y en el mismo vuelo disfrazada de azafata. Las otras chicas daban las explicaciones de cabina y usted, simulaba conocerlas. Luego, cuando me instalé en casa de mi novia, quien fue quien me salvó la vida, usted mandaba taxis a tocar el timbre para que huyese con el mismo y sabe a dónde. Improcedente.

3.- Luego, la vida, nos puso a cada uno en su lugar. Usted con Ernst y yo con Liliana. Pasaron años de tranquilidad y sin su fantasma acechante. Ernst, falló y yo me separé.

4.- Entiendo que usted se vio sola, leyó un par de poemas que le mandé en Torino y dijo me voy a buscarlo. Nada más errado, señora, pues yo no quería saber nada con quien me hizo ganar el mote de loco y luego de «discapacitado mental». Usted pagó millones pero yo se los devolví con los 32 años de vida que perdí.

5.- Ahora, aparece graciosamente, me invade por las radios, frecuenta a mis gente, tuvo que «ver» con mis amigos y enemigos, mantiene una vida nocturna agitada y le he visto salir de la casa de Ángel Ibáñez a las 8 de la mañana con ropa de fiesta nocturna. Obviamente, regresaría a su casa…

6.- Creo que su estilo de vida no va con el mío. Soy un hombre esencial. Vivo con lo justo o menos de lo común. No me gusta ni me atrae su forma de vida más que en las revistas o redes sociales. Detesto el mundo de la farándula y las estrellas. No es para mí, definitivamente.

7.- No me importa su dinero. Nunca me vendí a ninguna novia. Tuve enamoradas ricas y ni me casé con ellas porque no había amor completo. Era un flirt. Lo siento. Su dinero, Mónaco y regir un principado, no es lo mío aunque me sobra con qué.

8.- Lo mío, es jugarme el pellejo escribiendo mis verdades, publicando libritos y amando a chicas sencillas, con la mente clara y sin frustraciones que hagan imposible el presente que compartiríamos. Ya los ve, no damos el perfil para compartir nada.

9.- Finalmente, he logrado la vejez que esperaba, aunque usted me avergüenza con el sodero de Saint Pee, yo sólo me ocupo de ver lo que ya no alcanzo, disfruto en mis memorias y lembranzas los grandes amores que tuve, los malos recuerdos, van pasando y quiero morir en calma. Usted, no ayudaría. Lo siento.

La dejo, Sra. Grimaldi. Fue un gusto pensar que algún día, allá por mis 36 años, podríamos formar algo lindo y desinteresado pero, ya no tengo ni interés ni años para hacerlo.

Respetuosamente,

Juan Mangione

11/01/24

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